sábado, 3 de abril de 2010

¿Estrellas del bicentenario?


Por Darwin Franco Migues


En pleno año del bicentenario de la Independencia de México y del centenario de la Revolución Mexicana, lo que parecen ser “buenas intenciones y festejos” no son más que negocios y contubernios en el nombre de la patria.

Eso es lo que sucede con la campaña de Televisa “Estrellas del Bicentenario”, producción que tiene por encomienda mostrar los paisajes más bellos del país; sin embargo, no sólo encandilan la mirada con hermosas mujeres o con lugares paradisiacos sino que buscan eclipsar y ocultar la realidad social del país.

Por ello, posiblemente, se decidió que fueran los estados de Chihuahua, Tamaulipas y Sinaloa, afectados notablemente por el narcotráfico, los que arrancaran la campaña; seguramente -más no ingenuamente- los ejecutivos de Televisa pensaron que de esta forma sería más “efectivo” vender el proyecto a los gobiernos locales desesperados por mostrar una buena imagen de sus estados al exterior.


Entonces, aprovechando la maquinaria mediática, la coyuntura social generada por la lucha contra el narcotráfico y los festejos patrios, salieron pronto a grabar las cosas bellas que no salen en las noticias porque ahí lo que vende es la nota roja y no los promocionales turísticos (¿será?).

Pero el asunto no acaba ahí, pues había que darle mayor protagonismo a los que pagan; entonces, se les ocurrió estrenar no en un programa especial del bicentenario sino en pleno noticiero de Joaquín López Dóriga, hombre que si de algo sabe es de ventas, cada uno de los spots, mismos que serían precedidos por una breve entrevista con los gobernadores de los estados, claro está que -charla breve e informal- nunca versaría sobre la inseguridad o de los nexos de las instancias policiacas y gubernamentales con el crimen organizado, ¡qué va!, lo importante es ser una estrella del bicentenario (a lo Televisa).

Por eso no importa si en las imágenes del desierto de Ciudad Juárez, Chihuahua, no se ven las cruces que yacen ahí, a la espera de justicia; tampoco parece importar que las modelos sólo se acompañen, a manera de adorno visual, de indígenas tarahumaras o mayos -pertenecientes a los estados de Chihuahua y Sinaloa, respectivamente- pues lo valioso es la composición y no la situación marginal de estos grupos indígenas; y ya ni se diga de mostrar en los diversos spots a los habitantes de Reynosa, Ciudad Juárez, Nuevo Laredo, Mazatlán o Culiacán, pues no vaya a ser que en sus rostros se muestre la inseguridad con la que viven “afeando” la grabación.

Con lo escrito, no intento menguar la grandeza de los estados mostrados o minimizar a la gente valiente que día a día hace su vida en la forma más normal posible, sino destacar cómo una producción visualmente bella y emotiva esconde detrás el negocio y la encomienda política del “aquí no pasa nada, aquí todo está bien”.

“Estrellas del Bicentenario”, un negocio más del Canal de las Estrellas.


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